Los conflictos generados por la equivocada gestión del parque de Cristina-Enea/Gladys vienen de lejos. Nuestra Asociación, Haritzalde, debe su origen en buena medida a las talas masivas y desproporcionadas realizadas en 1991. Pero si hay unas actuaciones que destacan, no sólo por su embergadura, sino también por lo déspota de las decisiones tomadas, son las de 2006. Entonces se eliminó vegetación y se artificializaron diferentes partes del Parque, se desecaron charcas y humedales, se modificó totalmente el estanque histórico… Pero es que con el paso del tiempo las cosas no han cambiado, o si lo han hecho ha sido a peor: han aumentado los gatos abandonados que ponen en peligro a la fauna del Parque, la gente accede por las vallas rotas a elementos que de otra manera estarían aislados, personas de todas las edades molestan y persiguen a la fauna semidoméstica (a veces con palos y a pedradas), pero también a la silvestre y no respetan la vegetación, prácticamente han desaparecido los puntos artificiales que existían para la reproducción de la fauna semidoméstica, la presencia de especies exóticas invasoras como tortugas de Florida o peces rojos es cada vez mayor, las bicicletas circulan por cualquier parte y los perros campan a sus anchas en muchas ocasiones… Se hace patente la falta de vigilancia.
Haritzalde solicitó hace ya años una mayor vigilancia y la restitución de la figura del “guarda de parque”. Incluso fuimos más allá y solicitamos la creación de una “unidad verde” en la Guardia Municipal. En numerosas ocasiones hemos denunciado públicamente el vandalismo y la dejadez, la falta de vigilancia, pero hasta la fecha nada, ni caso. Así ardió en su día la capilla del Parque en una crónica anunciada.
En cuanto a la presencia de perros, no la vemos compatible en los grandes parques con la falta de vigilancia existente, porque si antes que estaba prohibido se metían algunos y en zonas eran frecuentes, ahora que se ha permitido es habitual verlos sueltos campando a sus anchas. Eso no es compatible con cierta fauna, en especial con la semidoméstica exixtenete en algunos de los parques como Cristina Enea. Los gatos también han aumentado considerablemente y suponen también una amenaza para la fauna.
En estos 20 años, Haritzalde ha realizado numerosas denuncias públicas de esta situación y hemos propuesto numerosas medidas, ofreciéndonos siempre a colaborar, como así queda recogido en el libro “El Parque Cristina Enea-Gladys”. No hemos sido los únicos, hace tan sólo unos años que el propio Ayuntamiento encargó a la Sociedad de Ciencias Aranzadi que analizase la situación de la biodiversidad en el Parque, y en ese informe quedaron recogidas las carencias y se proponían una serie de medidas, como la recuperación de humedales, que han caido en saco roto. El estudio nos costó un dineral y en cambio parece perdido en algún cajón municipal.
Ya es hora de que el Ayuntamiento, siguiendo además sus deberes y obligaciones, apueste por la conservación y mejora del Parque, pero desde el punto de vista de la conservación de los retazos de biodiversidad que alberga. Para ello, consideramos imprescindibles las siguientes medidas:
- Que se tengan en cuenta los estudios y la publicación existente sobre el Parque y que se diseñe y ponga en marcha una estrategia para proteger su biodiversidad.
- Que se retome el servicio de vigilancia para prevenir los desmanes y se denuncie a los infractores.
- Que se amplíen y delimiten las zonas de reproducción de los animales, limitando el acceso de las personas a los mismos en ese periodo.
- Que se tomen medidas para el control de las especies exóticas, las cuales ponen en peligro la supervivencia de las locales.
Más información: nota de prensa.
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